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Los contables: esos grandes desconocidos (I)

Por Carlos Cuadrado (Abogado-Gerente de Innovanza Asesores)

Queremos en este artículo hacer un ejercicio de reconocimiento a los compañeros contables que en nuestro sector y en la administración de las  empresas, no están siendo valorados y respetados con justicia. En Innovanza damos una importancia superior a nuestros profesionales contables, verdaderos artífices en el manejo con alta complejidad de las cuentas de autónomos y sociedades.

¿Cuál es el origen de los contables?

Es necesario hacer un recorrido por la historia para comprobar el papel de indiscutible relevancia que los contables han tenido en el desarrollo de las distintas civilizaciones hasta nuestros días.

Los primeros datos históricos que disponemos proceden del antiguo Egipto y de los Sumerios en Mesopotamia. Hace pues unos 5.000 años, aparecieron los primeros signos. La primera técnica de contabilidad, que utilizaba fichas de arcilla y que poco a poco en Uruk, la ciudad de Gilgamesh, fue convertida en un sistema de escritura sofisticado, versátil y flexible: la escritura cuneiforme. Muchas de estas tablillas y sellos encontrados han sido ya traducidas, y por ello conocemos sus leyes, los contratos comerciales, las sentencias de sus magistrados y el estado de las cuentas públicas.

Los escribas sumerios, traductores, especialistas en matemáticas y otras ciencias, eran reconocidos como funcionarios de la más alta dignidad y doctores en la interpretación de la Ley. Y era muy complejo aprender sus técnicas. Se convertían en personajes muy populares por su sabiduría y venerados como semidioses. Solo ellos conocían la escritura cuneiforme y el lenguaje culto.

En el Egipto de los faraones, los escribas (los actuales escritores, traductores, contables, notarios, etc.) ostentaban cargos de muy alta consideración para el poder. Hacían numerosas funciones, tales como tesoreros reales, recaudadores, secretarios, diplomáticos, embajadores. Conocían varios idiomas y eran los mejores consejeros de reyes, visires y otros altos cargos de estos reinos. Su poder era inmenso, incluso dentro de los templos, donde dedicaban sus conocimientos a la traducción de textos, la gestión de los impuestos y a enseñar a los nuevos sacerdotes. Y así continuó con los Asirios, los Persas……

La contabilidad en la Edad Clásica.

Llegados a la Grecia clásica (siglo IV a.C.), los mejores filósofos, arquitectos, ingenieros, matemáticos enseñaban su ciencia a los escribas de la época. El cálculo y el control de los impuestos  eran determinantes para el éxito de los proyectos de conquista y gestión de las ciudades – estado. Sócrates en Atenas y Arquímedes en Sicilia eran grandes sabios y por ello expertos en todas las materias del conocimiento. Aristóteles no enseñó solamente filosofía a Alejandro Magno, sino matemáticas, lógica, retórica, astronomía. La estrategia militar se lograba con el estudio de muchas disciplinas del saber. Y siempre al lado de un gran líder, existía un gran contable, que establecía las viabilidades económicas de todas las acciones del poder.

Roma, la última gran civilización que ha llegado hasta nosotros con sus leyes, sus avances en arquitectura, ingeniería y otras muchas ciencias, en la época de la República (509 hasta el 27 a. C.) no perdonaba ninguna desviación o corrupción en las cuentas públicas. El Senado Romano en el s. II a.C. condenó al destierro a su laureado general ( cónsul y senador) Cornelio Escipión “Africanus”, por no poder este justificar de forma correcta un reparto familiar de un botín de guerra. Los lictores romanos (contables que acompañaban a las legiones) eran muy respetados y auténticos expertos persiguiendo la corrección de los gastos de los cónsules en sus campañas militares. La intendencia militar era básica para el éxito. Los duunviros o alcaldes romanos eran elegidos por un año para esa magistratura y su principal dedicación era velar por las cuentas públicas de la ciudad, para lo que disponían de un poder omnímodo con una pléyade de recaudadores y tesoreros a su disposición. Los duunviros eran puestos de relevancia y solían recaer en reconocidos y honorables funcionarios de la aristocracia romana, y constituían una verdadera lanzadera para otras magistraturas como senador o cónsul.

Banqueros y prestamistas.

Todas las caravanas que han comerciado entre oriente y occidente a lo largo de la historia, disponían en numerosas ciudades de prestamistas que hacían las veces de banqueros, donde se depositaban dinero y documentos de pago para protegerse del bandidaje. Los contadores eran personas de toda confianza e imprescindibles para la buena marcha de estos negocios.

Todos los pueblos que ocuparon el espacio del imperio romano en su caída, tanto de occidente (año 476 ) como de oriente (año 1453), asumieron como propias muchas de sus materias, entre las que destacó el control en la gestión de la economía de sus países. En especial el Califato de Córdoba (929 a 1031), que nació con Abderramán III, verdadero impulsor de la administración pública, donde el control del tesoro real era sustancial. Fue una verdadera paradoja que Almanzor, nombrado por Abderramán III tesorero real durante años y provisto de una cultura e inteligencia superiores, destrozara el Califato cuando volvió del Magreb radicalizado, y guerreó contra los reinos cristianos cuando los pactos y tratados funcionaban bien.

Con los Templarios nacieron los primeros banqueros modernos, durante los siglos XI y XII,  y más tarde cuando estos fueron expoliados y exterminados, con  las familias más poderosas de cada nación. El renacimiento en la  Italia de los siglos XV y XVI fue el mejor ejemplo, donde los Medici en Florencia se convirtieron durante muchos años en los banqueros del Papa. El control contable de los préstamos y la recaudación de impuestos era primordial para la buena marcha de la economía de estas familias, de la nobleza y de sus estados. Los registros de las operaciones mercantiles mostraban el origen y la aplicación de los recursos en doble partidas. La expansión del flujo comercial generó la necesidad del desarrollo de la ciencia contable.

 

Muchas de las naciones-estado fundadas entre los siglos XV y XIX, que han llegado hasta nuestros días, no habrían podido subsistir si en su entramado legal no hubieran reconocido como fundamental el valor del control contable de sus recursos económicos. Muchos países e incluso civilizaciones desaparecieron más por motivos económicos que por su decadencia moral o por los cataclismos.

Sin las matemáticas y la contabilidad, el mundo que conocemos no existiría.

Innovanza Asesores

1Comentario
  • Empresas y autónomos: recaudadores de impuestos - Innovanza
    Publicado a las 11:22h, 21 agosto Responder

    […] tantas veces, los contables, han sido el baluarte y pilar fundamental del Estado moderno. (Ver nuestro artículo sobre los contables). A pesar de sus esfuerzos por controlar con honradez las cuentas del Estado, es cierto que se han […]

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